sábado, 3 de septiembre de 2011

Excomulga2

Intentando responder a un atinado comentario a mi anterior entrada, me ha parecido que el asunto merecía un nuevo post.
Me aconseja el amigo Fernando que en asuntos meteorológicos deje de buscar interpretaciones "a la manera antigua", y me ciña a las magníficas explicaciones que en La 1 nos ofrece Mónica López "que interpreta el Meteosat como Dios". He de decir que escucho tales explicaciones con auténtica devoción y que al amigo Fernando no le falta razón. Pero ante tan ilustrada apreciación me gustaría recordar aquella frase de Pascal: "el corazón tiene razones que la razón desconoce". Hablando de corazón, contaré una anécdota. Cierto día, un buen amigo mío estaba dando una charla acerca de los sentidos simbólicos que, en diferentes tradiciones, han rodeado a un órgano tan singular como el corazón. Cuando la cosa ya iba muy avanzada, de repente una mujer del público le espetó: "¡Pero si el corazón no es más que un músculo!" A lo cual mi amigo respondió: "Eso será el suyo. El mío, desde luego, es algo más".
 

Qué duda cabe de que la explicación científica es un logro admirable del conocimiento humano. Pero cuidado cuando, como ahora, se convierte en hegemónica. El fundamentalismo científico es una empobrecedora miopía que nos impide abrirnos a otras formas de comprensión nada desdeñables. No hay que olvidar que un concepto, como decía Nietzsche, es una metáfora muerta, deliberadamente despojada de su polisemia para fijarla en un significado unívoco. Lo cual es ciertamente eficaz para hacer matemáticas o teorizar en física. Pero la realidad es demasiado polisémica como para encajonarla en los conceptos. Al menos yo no soy hombre de un solo cajón.
 

En cualquier caso, mi interpretación en clave oracular de la lluvia que empapó las hostias, por malsonante que parezca, no pretendía otra cosa que tomarse el asunto con un poco de guasa...por no llorar, que el humor, como estoy descubriendo en este blog, es una saludable manera de digerir los tragos del cotidiano acontecer.
 

Nota para Fernando: "Infóllidos" es una licencia que se permite un servidor o, si se prefiere, un neologismo, que se podría definir tal que así: dícese de aquellos que, debido a una exégesis puritana del sexto mandamiento, a la mala suerte o a un enfriamiento crónico de los apetitos, permanecen ayunos de conocimiento y ayuntamiento carnal (en castizo: que no follan)

3 comentarios:

Fernando de Higuera dijo...

Decía Eduard Punset hace poco que "ninguna de mis neuronas sabe quién soy yo ni le importa".
Si así de indiferentes con nosotros se comportan tan importantes partículas del organismo, lo mismo podríamos pensar del corazón, y no habría necesidad de achacarle la responsabilidad de nuestros simbolismos ni sentimientos, que bastante tiene con palpitar incansable durante toda su vida.
Lope de Vega no necesitó echar mano de la susodicha bomba hidráulica para escribir un magnífico poema de amor (el que termina en "esto es amor, quien lo probó lo sabe").
Ahora bien, lo cortés no quita lo valiente. Que la mente humana tiene una fuerza creadora imaginativa e inventiva que no debe censurarse, es innegable. Que la imaginación abre las puertas del conocimiento, por supuesto. Que las leyes físicas que vamos descubriendo no son exactamente la realidad sino un reflejo o simplemente útiles, conforme. Que al conocimiento sólo podemos llegar parcialmente dada nuestra perspectiva humana forzosamente limitada y subjetiva, correcto. Que el azul del cielo es sólo una apariencia, una ilusión nuestra, de acuerdo. Que pueden existir otras formas de comprensión del mundo (el arte, los sentimientos), seguro.
Pero también es cierto que avanzar en la ciencia, que tanto le cuesta a la Humanidad, resulta sin duda útil y provechoso. Por ejemplo, en el caso de tener algún día alterado (Dios no lo quiera) el objeto inicial de este comentario, el órgano cardiaco, no es lo mismo recurrir a Valentín Fuster que a Aramís Fuster, por citar dos conocidos símbolos o formas diferentes de enfocar la vida.

Petros de Panópolis dijo...

Nihil obstat, amigo Fernando. Salvo que tal vez vuesa merced pueda leer el poema de Lope sin "desmayarse", pero el corazón de este iluso y poético blogero, me temo que no. Por no hablar del desmayado corazón del propio Lope... Claro que tal vez lo único que le pasa al poeta -y al lector apasionado- es que "la secreción de adrenalina como respuesta de alerta a una situación de peligro, es la causante, por su efecto vasoactivo, del aumento del ritmo cardíaco". Bonita explicación...pero ¿de veras que satisface a alguien? ¿A mi admirado Punset? ¿Acaso a vuesa merced?
Un saludo cordial*
(*del latín "cor, cordis"= corazón)

Anónimo dijo...

Toda una lección de conocimiento del lenguaje, secillo y comunicativo, ¡como me gusta querido Petros¡

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