martes, 4 de diciembre de 2012

La geometría de los afectos

Laetitia est hominis transitio a minore ad majorem perfectionem

La alegría es el paso del hombre de una menor a una mayor perfección

ETHICA GEOMETRICO ORDINE DEMONSTRATA,
 pars  III, affectuum definitiones 2

Lo sabía. Benito Espinosa, lo sabía. Como sabía, fría y calculadoramente, que Dios está exento de pasiones y no es afectado por sentimiento alguno de alegría o de tristeza, ya que Dios no puede pasar ni a una perfección más grande, ni a una menor. Por ello, en realidad, Dios no ama ni odia a nadie, en el sentido propio. Del mismo modo que nadie puede odiar a Dios

Saber que Dios no te ama ni te odia, y saber que ese mismo acto de autocomprensión no es otra cosa que amor a Dios, es, para mi triste perspectiva, saber demasiado. Más que saber demasiado: saberlo todo. Saberlo todo sobre Todo, es decir, sobre Dios, sobre Natura, sobre la única sustancia: la sustancia infinita que consta de infinitos atributos, cada uno de los cuales expresa una esencia eterna e infinita.


Yo, sólo sé que no sé nada, como aquél que pretendía conocerse a sí mismo y hallar la ciencia del bien… y no consiguió cuajar una triste definición. 


Quien se conoce a sí mismo clara y distintamente, y conoce de igual modo sus afectos, ama a Dios, y tanto más cuanto más se conoce a sí mismo y más conoce sus afectos… 


Toma definición. Y, si hace falta, apoyada por su explicación, seguida y precedida de proposiciones, axiomas, lemas y postulados, acompañados por sus respectivas demostraciones, escolios y corolarios. La perfecta geometría de los afectos.


A diferencia de Dios, el hombre no está exento de pasiones y afectos, y en ese tránsito a la perfección en el que está embarcado, la tristeza suele ser más frecuentada amiga que la Leticia, y sus efectos son justamente los contrarios a los de ella. Así le damos a nuestra imperfección unos vaivenes, en muchos casos, morrocotudos, y nos desviamos, perdemos y retrocedemos en el camino hacia la beatitud, y el “contento de ánimo”. Son los vaivenes del ignorante, pues el ignorante, aparte de ser zarandeado de muchos modos por las causas exteriores y de no poseer jamás el verdadero contento del ánimo, vive, además, casi inconsciente de sí mismo, de Dios y de las cosas


Pero Benito lo sabía. Y en su silencio aquiescente, gozaba de ese saber, el del sabio que apenas experimenta conmociones del ánimo, y que, lejos del zarandeo de la ignorancia, siempre posee el verdadero contento del ánimo: la aquiescencia, que parece que dice la ciencia de estar aquí, quieto, y contento, permanecer contemplándose a sí mismo con la quietud de un monje zen.


El estado natural de los cuerpos y de las almas es el reposo. Sólo se mueven por perturbaciones de su quietud, como lo son las fuerzas naturales para los cuerpos, y los afectos para las almas. Lo que sucede es que cuerpos y almas sufren constantemente de perturbaciones, tempestades y marejadas, y sólo en contadas y efímeras ocasiones pueden gozar de una calma chicha.


El contento de sí mismo es una alegría que brota de que el hombre se considera a sí mismo y considera su potencia de obrar.

(Acquiescentia in se ipso est laetitia orta ex eo quod homo se ipsum suamque agendi potentiam contemplatur)  (Acquiesco = entregarse al descanso)

Contemplar la propia agendi potentiam, nuestro poder de obrar, de hacer y de actuar, hace brotar la aquiescencia, conformidad o contento de sí mismo: una alegría de esas que nos hacen transitar de una menor a una mayor perfección. El virtuosismo en esta contemplación es beatitud, felicidad. 


La felicidad no es un premio que se otorga a la virtud, sino que es la virtud misma.


Felicidad es amar a Dios. Amor a Dios, que es tanto como decir amor al Ser. Querer al Ser, a lo que hay, a lo que es, a los que son, a los que somos. Amar a Dios es amar al prójimo amándose a sí mismo en un mismo y único amor, pues no hay nada más que amar.


Amor a Dios: querer al Ser o querer ser, o quererse…. es beatitud, felicidad: es sentir la alegría de poder ser, de poder constituir una esencia de las infinitas que expresan los infinitos atributos de los que consta la única sustancia, la sustancia divina. 


Laetitia, acquiescentia, beatitudo… Alegría, conformidad, felicidad: sentirse como Dios.


Luego hay quien anda creyendo saber que Benito era ateo… 


Si esto es ateísmo, bendito ateísmo. Bendito… y espinoso, puesto que todo lo excelso es tan difícil como raro… Así es como termina esa difícil y rara geometría de los afectos que es la  ETHICA GEOMETRICO ORDINE DEMONSTRATA


Geometría bendita y demonstrata, aunque rabinos y cristianos la tuviesen por maldita. La maldición de Espinosa: maldito siendo un Bendito… y tenido por ateo, cuando, para Benito, no hay nada más que Dios…

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