martes, 15 de marzo de 2011

De Hiroshima a Fukushima


Mira, una nube de polvo se elevó desde el océano
 y el oleaje retumba sobre la tierra firme

Estos versos paradójicos de algún maestro del Zen los citaba Daisetz Teitaro Suzuki (cuyo nombre, Daisetz, significa “Gran Simplicidad”, aunque su apellido parezca de fabricante de motos...) en uno de los muchos libros que escribió para divulgar el budismo Zen en occidente[1] . Quería ejemplificar con ella el carácter aparentemente ilógico del Zen, cuya doctrina intenta romper con la tiranía de las palabras y de la lógica para acceder a un estado de conciencia más espiritual. Por ello, uno de los instrumentos que empleaban los maestros del Zen era el Koan, una especie de pregunta aparentemente absurda y sin respuesta racional posible, pues, como dice Suzuki, “el Koan vive en las profundidades del espíritu que el análisis lógico nunca puede alcanzar”[2]
Hoy esos versos a algunos nos ponen los pelos de punta por su fatal y oracular exactitud. Hoy la pregunta que quisiera hacer a los que supieron extraer la quintaesencia liberadora del mensaje del Buda, a los que fueron capaces de responder a preguntas tan complejas como el Koan: ¿cómo es posible que vosotros, que habéis sufrido como nadie en vuestras carnes el horror del holocausto atómico en Hiroshima y Nagasaki, hayáis optado de manera suicida y criminal por la energía nuclear, a sabiendas del peligro sobreañadido -¡por si fueran pocos!- que supone edificar centrales sobre una tierra tan frecuentada por movimientos sísmicos? ¿Se trata acaso de un macabro Koan que planteáis al destino? Porque desde luego que el asunto es tan racional y razonable...como darle una pistola cargada a un abuelo con Parkinson galopante.
Hoy resulta más sangrante todavía la arrogancia y prepotencia de unos ridículos humanos que han querido jugar a los dioses manejando una energía mortífera, cuando las fuerzas salvajes de la vida les han abofeteado con la fuente genuina de la energía desbordante del mar y de la tierra. Quienes han sabido estudiar, comprender y darle nombre a los temibles Tsunamis, ¿cómo es que no han apostado por la energía renovable de las mareas y las olas?
Y mientras tanto, nuestros eméritos ex-presidentes González y Aznar, van por ahí haciendo apología de la seguridad y necesidad de las centrales nucleares. No es de extrañar, pues, como dice Ignacio Escolar, “están a sueldo de compañías eléctricas con intereses atómicos”. Qué triste es comprobar cómo, en vez de regalarnos con sus sabios y experimentados consejos, nos castigan con sus interesadas ocurrencias y sus frívolas insensateces. Claro que en este caso bastaría con aplicarles el boca.eraser del Dr. Alejo Sloan. Mucho más dramático y patético es que un pueblo con una cultura milenaria y venerable, en vez de aportar sabios ejemplos a la humanidad estén a punto de convertirse en el paradigma de la superestupidez, que, recordemos con Cipolla, es esa devastadora cualidad de quienes causando un perjuicio a los demás, no sólo no obtienen un beneficio para sí -pues en tal caso estaríamos hablando de malvados-, sino que obtienen  a cambio un perjuicio...


[1]  Concretamente en “La gran liberación”, Ed. Mensajero, Bilbao, 1972, p. 55
[2]   Idem. p. 134

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