jueves, 2 de febrero de 2012

Ciudadano Wert

Resulta penoso y desmoralizador observar cómo un ciudadano bien formado en Derecho y Sociología, así como en las artes consensuales del diálogo, cuando ha tenido el honor y la responsabilidad de tomar las riendas del Ministerio de Educación, resulta que se pliega ante las exigencias de un búnker fundamentalista para, con la que está cayendo, dedicar sus esfuerzos a maquillar una asignatura con un nombre en principio tan poco sospechoso como Educación para la Ciudadanía. Claro que enseguida se dirá, como hace el ministro, que ha sido una asignatura sujeta a mucha controversia. Y yo me pregunto: ¿por parte de quién? Desgraciadamente el dedo apunta hacia los mismos “expertos” de siempre, esos que hoy aplauden la decisión del obediente prosélito José Ignacio Wert: esos que  temen  la extinción de la “familia tradicional” y denuncian que  “en las clases de secundaria se incita a los jóvenes a fornicar.”

Desde luego se necesita ser quisquilloso para cambiar "Educación para la ciudadanía" por "Educación cívica", pues, al menos yo no percibo el matiz semántico que distingue ambas denominaciones. Quizás por ello se ha visto obligado a añadirle un apellido, "constitucional", ciertamente redundante, pues lo cívico, en las sociedades democráticas de los Estados de Derecho, incluye lo constitucional, amén de hacer constante referencia a ello. 


Ha dicho, pues, el cívico, antes que ciudadano, ministro que la nueva asignatura estará "libre de cuestiones controvertidas y de adoctrinamiento ideológico"
 

He vuelto a hacer la misma prueba a mis alumnos que ya hice hace 5 años, cuando comenzó a cabalgar la asignatura a pesar de los ladridos y revuelos de los “señores con falda”, que así es como ven mis hijos –y ahora yo- a los ilustres miembros del rancio episcopado español. He vuelto a hacer lo que hago siempre que puedo: informar. 

Les he dicho que tan demonizada asignatura no fue una de esas ocurrencias a las que nos tenía acostumbrados el desafortunado ex presidente Zapatero sino que se limitaba  a seguir –como el resto de países miembros- la Recomendación 12 de 2002 del Comité de ministros del Consejo Europeo.

Después les he invitado a leer el currículo oficial de la asignatura, que figura en el Anexo II del Real Decreto 1631/2006, y les he retado a encontrar alguna objeción relevante a los objetivos y contenidos que figuran en él. Hace 5 años, les invité a incluir a sus padres en el reto. Tanto entonces como ahora, nadie ha sido capaz de cuestionar unos objetivos y contenidos que, por lo demás, para quien los lea sin prejuicios, constituyen una recomendable declaración de intenciones ciudadanas.


No obstante, si insistimos en buscarle tres pies al gato, y nos hacemos eco de los ladridos que algunos proferían rabiosamente contra la asignatura, el único ámbito donde alojar la “controversia” sería en lo referido a relaciones interpersonales, es decir, el bloque 2, donde también se habla de los afectos y emociones, y de la familia. Y, claro, aquí es donde las mentes calenturientas de los “señores con falda” se imaginan que incitamos a los jóvenes a fornicar y a casarse con personas de su mismo sexo… 


En serio que no acierto a comprender donde está el adoctrinamiento ideológico en  mostrarle a un alumno, al margen de todo enjuiciamiento moral o valoración personal, que en España uno puede casarse con una persona de su mismo sexo, pues evitarlo sería ocultarle una realidad social que debe conocer y respetar.


El dato es que en el último recuento hecho por El País en 2009, tan sólo había 114 objetores de 800.000 alumnos, es decir, el 0,01% del alumnado. Me parece muy bien el respeto a las minorías, que es una de las cuestiones que, por cierto, se promueven en esta asignatura. Pero otra cosa es la sumisión a los grupos minoritarios de presión: eso es la dictadura del fundamentalismo.


Además, el Tribunal Supremo a principios de 2009 concluyó que no se puede objetar a esta asignatura obligatoria. Eso sí, recomendaba vigilar los manuales. Pero eso es lo que hacen los inspectores, que año tras año van introduciendo nuevas categorías y exigencias en las programaciones didácticas que han de elaborarse al principio de curso, y que incluyen, por supuesto, la referencia, en caso de recomendarlo, a un determinado libro de texto.  Por tanto, todo libro de texto  aceptado tiene el visto bueno del profesor y de la Administración, y sus contenidos están a la disposición de cualquier padre que quiera examinarlos antes de que comience el curso. ¿Qué más “vigilancia” debemos tener? 


Los que denuncian “adoctrinamiento ideológico” son precisamente los que llevan más de 2000 años dedicados a ello en cuerpo y alma y, al parecer, con mucha eficacia, pues todavía hay no sólo fieles, sino incluso ministros que están dispuestos a acatar sus doctrinas sobre materias en las que, por cierto, su currículum no es nada alentador. ¿Cuándo van a dejar de pretender adoctrinarnos sobre materias, como la familia o el sexo, que no sólo no han cursado, sino que ni siquiera tienen intención de matricularse en ellas?


Ciudadano Wert, ¡qué pena me da contemplar a un pensador que yo suponía bastante ecuánime, comportarse como un perrito faldero!...Y  no porque le pierdan las señoras, sino porque se humilla, y quiere arrastrar a nuestro sistema educativo a humillarse, ante esos “señores con falda”  que “a sí mismos se han hecho eunucos por causa del reino de los cielos” (Mateo 19, 12), cuando lo más “científico” que han llegado a decir sobre el asunto es que la lujuria es un “apetito desordenado de sucios y carnales deleites.” 


Por favor, que dejen de tocarnos los testículos, que bastante problema tienen con los suyos…


(¡¡Cielos!! Acabo de darme cuenta de que me he contagiado de la testosterona que el PP está insuflando en el ambiente. Sí, sí, esa que hace que el ministro de exteriores eluda la pregunta sobre si se confirma la elección de Federico Trillo –duque de Mandahuevos- como embajador de USA, acudiendo a una dudosa alegoría sobre ¡¡¡la próstata de Franco!!!)

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